miércoles, 7 de octubre de 2009

Ligeia

No hay nada, entre las muchas anomalías incomprensibles de la ciencia del espíritu, más conmovedoramente estimulante que el hecho -nunca, creo yo, puesto de relieve en las escuelas- de que, en nuestros esfuerzos para recordar una cosa hace tiempo olvidada, nos hallemos en el mismo borde del recuerdo, muy a menudo, sin que podamos finalmente recordar. Y así, con cuanta frecuencia, en mi intenso escrudiñar en los ojos de Ligeia, he sentido aproximarse el pleno conocimiento de su expresión, lo he sentido aproximarse, pero sin pertenecerme por completo... y así, finalmente, alejarse nuevamente, y, (extraño, ¡el más extraño de todos los misterios!), he hallado en los objetos más comunes del Universo, todo un círculo de analogías para aquella expresión.

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