lunes, 21 de octubre de 2013

Marco Polo

Y sin embargo -decía-, sé que mi imperio está hecho de la materia de los cristales, y agrega sus moléculas siguiendo un dibujo perfecto. En medio del hervor de los elementos toma forma un diamante espléndido y durísimo, una inmensa montaña facetada y transparente. ¿Por qué tus impresiones de viaje se detienen en las engañosas apariencias y no captan este proceso incontebible? ¿Por qué induces a melancolías inesenciales? ¿Por qué escondes al emperador la grandeza de su destino?

Y Marco: - Mientras a una orden tuya, sir, la ciudad una y última alza sus muros sin mácula, yo recojo cenizas de las otras ciudades posibles que desaparecen para cederla lugar y no podrán ser reconstruidas ni recordadas más. Sólo si conoces el residuo de infelicidad que ninguna piedra preciosa llegará a resarcir, podrás calcular el número exacto de quilates a que debe tender el diamante final, y no errarás los cálculos de tu proyecto desde el principio.

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